El pensamiento divergente es una actividad contenida en
otra función del intelecto humano llamada imaginación, realizando algo nuevo
desde cero, o lo mismo, de una manera distinta. Howard Gardner, Joy Paul
Guilford y Robert Sternberg son psicólogos que han abordado la relación entre
creatividad e inteligencia. En el ámbito hispánico, el filósofo José Antonio
Marina ha estudiado algunos de los aspectos más importantes de la inventiva y
Ricardo Marín Ibáñez ha estudiado este campo en el seno de la Pedagogía.
El Pensamiento Convergente: Guilford, en 1951, clasificó el pensamiento productivo en dos clases: convergente y divergente (o lateral). Es el pensamiento lógico, convencional, racional o vertical. El pensamiento convergente se mueve buscando una respuesta determinada o convencional y encuentra una única solución al problema. Mientras tanto el pensamiento divergente (lateral) se mueve en varias direcciones en busca de la mejor solución para resolver problemas a los que siempre enfrenta como nuevos, sin mantener patrones de resolución establecidos, pudiéndose dar así una generosa cantidad de soluciones adecuadas en vez de encontrar una única y correcta.
El Pensamiento Convergente: Guilford, en 1951, clasificó el pensamiento productivo en dos clases: convergente y divergente (o lateral). Es el pensamiento lógico, convencional, racional o vertical. El pensamiento convergente se mueve buscando una respuesta determinada o convencional y encuentra una única solución al problema. Mientras tanto el pensamiento divergente (lateral) se mueve en varias direcciones en busca de la mejor solución para resolver problemas a los que siempre enfrenta como nuevos, sin mantener patrones de resolución establecidos, pudiéndose dar así una generosa cantidad de soluciones adecuadas en vez de encontrar una única y correcta.
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